Volviendo a lo clásico

Por Dr. Jorge Cedeño Espaillat, Medicina General y Cirujía Menor

Desde pequeño, en el Colegio me fomentaron: “Tenemos que servir al más necesitado”. Hasta el presente, lo aplico en mi profesión. En nuestra isla existen varias poblaciones vulnerables y hasta cierto punto abandonadas con una necesidad enorme de salud física, mental y social; por consecuente, surge regresar a lo clásico: visitas del doctor en el hogar.

Una de las poblaciones con mayor número de pacientes son las personas de edad avanzada. Al llegar a la edad del descanso, le comienzan las enfermedades crónicas. En algún momento, toda la población la tendrá porque el cuerpo se deteriora y deja de trabajar a la perfección. Las personas mayores enfrentan muchos tropiezos para recibir atención médica; entre estos, no tener transporte, falta de compañía a citas, se les olvida tomarse sus pastillas y hasta asegurarse de comer. Por el impacto actual de la sociedad, aunque la familia tenga el deseo, no puede prestarle la atención necesaria; ya sea por trabajo o simplemente porque tienen sus hijos y requieren dirigir el tiempo a otros asuntos. En esos momentos se toma la decisión de ingreso a un centro de envejecientes.

Existe una idea errónea de los centros de envejecientes. Se debe a que hace 25 años hubo varios centros reportados con maltrato. Las personas se quedaron con la imagen negativa de los centros. Visito varios pacientes en centros de envejecientes y esta situación no suele ocurrir porque el Departamento de la Familia monitorea constantemente, al igual que en cada una de las visitas, aseguro que se cumplan los cuidados necesarios.

Puedo decir, que en la mayoría de los casos, son los mejores lugares para atender la población de envejecientes ya que solamente necesitan cubrir necesidades básicas: descanso, alimentación, cuidado médico y actividades sociales. Tanto en las casas como en los hogares de envejecientes, el cuidado médico directo es de mucha ayuda. El mismo, le brinda tratamiento y evitaría complicaciones a sus enfermedades. Mi experiencia con esta población ha sido gratificante. Te reciben en sus casas con mucha emoción y alegría porque “el doctor me viene a ver en casa”. El mejor café que me tomo es el que sale de las manos de estos pacientes que con mucho gusto preparan todos los meses para tomárselo junto a mi.

Hay ocasiones que son solo una visita de seguimiento en las casas.. La segunda población vulnerable que tiene necesidad de atención son los pacientes de salud mental ingresados en instituciones. Los pacientes no solo tienen necesidades psiquiátricas, sino que también física y social. En ese instante, nosotros ayudamos cubriéndole sus medicamentos; por ejemplo, pastillas de la presión, manejo de infecciones que muchas veces son causadas porque no tienen la capacidad mental de protegerse a sí mismos, entre otros. Asimismo, identificamos problemas sociales ya que muchos son jóvenes y desean que sus familiares los visiten.

Este grupo de pacientes para nosotros es el más sorprendente porque nunca podemos predecir qué nos van a decir o cómo van a reaccionar. Hemos estado en situaciones peligrosas donde se torna violenta la situación y se forman peleas porque dentro de su cabeza, piensan que alguien les quiere hacer daño; sin embargo, la mayoría de las ocasiones, disfrutamos las cosas que nos hablan.

El tercer y último grupo que atendemos son los discapacitados mentales. Tanto en sus casas, como en las respectivas instituciones. Estos son los de mayor cuidado porque su discapacidad en la mayoría de los casos es severa. Necesitan atenciones en un cien por ciento para todo, incluyendo algo tan sencillo como ponerse una camisa. Nosotros los visitamos, y le ofrecemos calidad de vida.

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