Por Dr. Pablo Cruzado, Ginecólogo- Obstetra
Cuando hablamos de laparoscopiía nos referimos a un procedimiento quirúrgico relativamente novedoso, que sustituye la cirugía tradicional. Es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva ya que permite intervenir al paciente sin tener que abrir el abdomen, solo se requieren pequeñas incisiones. El procedimiento se realiza en hospital y con el uso de anestesia. Se lleva a cabo mediante una pequeña incisión abdominal en la que se inyecta dióxido de carbono para elevar la pared abdominal y así crear espacio para mejor visualización. Luego se inserta una cámara través de un tubo delgado llamado laparoscopio. Esta tecnología permite al cirujano ver el interior del paciente para realizar un diagnóstico y/o proceder a realizar una cirugía.
La cirugía laparoscópica ginecológica adquiere gran importancia ya que posibilita el manejo de múltiples condiciones que aquejan a la mujer. Tiene el beneficio de ser un procedimiento lo mínimo invasivo posible, en el que ocurre poca manipulación de órganos y tejidos. En consecuencia se produce menos sangrado, menor tiempo de hospitalización y una recuperación más rápida con un mínimo de complicaciones post quirúrgicas. Es útil para diagnosticar y tratar tumores, quistes y endometriosis. También se realizan con esta técnica la histerectomía y la esterilización.
Aún con todos los beneficios de este procedimiento, esta técnica quirúrgica no es recomendable para toda paciente, ni para todos los casos. Tampoco es realizada por todos los ginecólogos, ya que se requiere de un entrenamiento específico en la técnica. Se recomienda consultar a su médico para saber si la laparoscopia es una opción para su caso.
