¿Cualquiera puede ser maestro?

Female Teacher Answering Pupils Question In Classroom

Por: Dr. José L. Cordovés Avilés

Esta pregunta está sobre la mesa…increíble, no debería estarlo.  El hecho de que alguien pueda estar afirmando, o tan siquiera cuestionándolo, es síntoma de la desvaloración debido a la ignorancia de un amplio sector de nuestra sociedad.  Es esa ignorancia lo que me gustaría atender en este momento. Para comenzar la pregunta de rigor es: ¿Qué hace a un maestro ser “maestro”?  Esencialmente, en Puerto Rico se piensa que un maestro es alguien con un bachillerato en educación, que ha pasado una prueba (PCMAS) y que ostenta un certificado para ejercer la profesión expedido por el estado. Si nos limitamos a esto, pues, podríamos decir que cualquiera podría serlo. Pero, todos los que nos consideramos maestros o maestras sabemos que esta definición es muy limitada y lejos de la verdad.

“Maestro” es el nombre que se le ha querido dar a la profesión de ser educador. Por lo tanto, el término real a definir es el de educador, por lo que, personalmente prefiero utilizar este término ya que es más abarcador.  Siempre se ha dicho que ser educador es una mezcla de ciencia y arte. La parte científica es bastante fácil de entender y explicar.  Es una ciencia porque utiliza estrategias, métodos y técnicas de enseñanza que nacen de teorías y descubrimientos científicos en las áreas de la psicología, neurología, entre otras.   Pero me parece que la parte de arte es la que confunde y es difícil de entender.  La razón para esto es que hace falta el elemento vivencia para poder ser comprendido.  Nadie duda que un pintor sea poseedor del conocimiento de técnicas que ha aprendido de diferentes fuentes.  Sin embargo, esas técnicas son inocuas si no funcionan guiadas por una inspiración que en ese ambiente muchas veces le llaman una “musa”. Pues al educador le rigen esos mismos principios.

El educador, además de tener el conocimiento técnico, también se rige por unos elementos internos de inspiración e intuición que no tienen un origen claro.  Es ese momento en que tratando de enseñar algo de momento llegan estas ideas como rayos de luz que golpean primero el corazón y luego iluminan la mente y hacen que se diga y haga lo necesario para que el estudiante entienda.  Lo increíble es que son ideas e inspiraciones que ¡no se habían tenido antes!  Surgen en el mismo momento en que se está frente al o los estudiantes.  Es algo difícil de explicar y para muchos será difícil de entender porque son esas cosas que solo las entienden los que las han vivido.  Este elemento inspirador (subjetivo si así lo quieren llamar) no se aprende en la universidad, no surge de la técnica sino que más bien se manifiesta “a través” de la técnica.  Es ese elemento inspirador el que “hace” a un gran artista.  Pues también ese elemento inspirador es el que “hace” a un educador un gran educador.

Ciertamente, si nos dejamos llevar estrictamente por los requisitos legales para ejercer la profesión de maestro, pues podríamos decir que cualquiera puede serlo.  Pero, el tener esos requisitos no convierte a un maestro en educador.  Sí, hay maestros que no son educadores, y educadores que no son maestros.  Lo ideal es que todos los maestros de profesión también fueran educadores, o sea maestros de vocación.  Es triste ver cómo por ahí surgen personas que se creen que por conocer leyes, tener títulos universitarios o ser muy intelectuales se consideran “expertos” en educación.  Al que haya sentido el flechazo de una idea iluminadora que le hace vibrar cada célula de su ser y que le da la certeza de que está siendo eficaz en su función de educador y que está logrando una conexión inexplicable con sus estudiantes o audiencia…les digo… ¡ESO ES SER EDUCADOR!

Share this post

scroll to top