Dra. Lydia Delfino T.
Sexóloga Clínica
Experta en Parejas
Cuando decidí escribir este artículo sabía que enfocar el tema sobre la infidelidad resultaría muy complejo, que ocasionaría muchas interrogantes: ¿quiénes son más infieles las mujeres o los hombres? ¿mi pareja es infiel? ¿somos de naturaleza infieles? ¿por qué somos infieles?
La infidelidad se ha incrementado en los últimos años considerablemente. Cada vez más las personas son infieles a sus parejas y es un hecho en la cotidianidad humana occidental que se necesita comprender, enfrentar y trabajar. No importa la extracción social, nivel educacional, etnia o el tipo de religión que se profese.
Conceptualizar la infidelidad es muy difícil, ya que intervienen muchas variables y cada persona la define de una manera particular. Algunos autores la definen como el incumplimiento o rompimiento de pactos realizados con una pareja sin importar su orientación sexual.
Walter Riso, psicólogo clínico que reside en Barcelona, España, considera la “infidelidad occidental” como la ruptura inadecuada (deshonesta, oculta, traicionera o engañosa) de un pacto o acuerdo (tácito o explícito) afectivo y/o sexual preestablecido (generalmente de exclusividad).
Diversas situaciones en las relaciones matrimoniales o de noviazgo pueden originar la infidelidad, como la insatisfacción o incompatibilidad con la pareja, el ocultamiento de la homosexualidad, el vacío de la relación, la monotonía de la pareja, la vida sexual deficiente, el miedo a perder la libertad y la continuación de la búsqueda de la “pareja ideal”, entre otros.
Según Walter Riso, la infidelidad siempre implica algún tipo de “estafa” afectiva o sexual. Para algunos la honestidad es la base del acuerdo, es decir, lo que no se admite es la mentira, aunque la verdad duela. La mayoría de los pactos pueden cambiarse, romperse, revisarse o reestructurarse, lo importante es la trasparencia.
Es más aconsejable una separación de pareja motivada por una vida infeliz y sin sentido, donde el amor y el respeto se han acabado, que conseguir un amante o empezar a sumar aventuras.
Las mujeres por lo general suelen exigir algo más que simple sexo. La mayoría de las mujeres infieles tienden a tener mas precaución en el manejo de una relación de infidelidad y son más cuidadosa al ocultarlo. En cambio, los hombres tienden a ser drásticos y descuidados, lo que hace más fácil detectarlo.
Mientras que los hombres infieles generalmente prefieren relaciones de un día, las mujeres infieles se involucran emocionalmente. Independientemente del sexo, la mayoría de las aventuras comienzan con personas cercanas, como secretarias, colegas, compañeros (as) de ocio y trabajo, amistades, etc. Debido al hecho de que estas escuchan nuestros problemas y sinsabores, sentimos que somos entendidos y puede generarse así una relación amorosa. Casi siempre este tipo de relaciones terminan convirtiéndose en algo tormentoso.
Una relación extramatrimonial sostenida en el tiempo, implica premeditación y alevosía. De este modo, al descubrir el engaño la víctima experimenta una gama de emociones: depresión, resentimiento, ira, hostilidad, ansiedad, decepción, venganza, envidia, asombro, incredulidad, sorpresa, aislamiento, frustración y una baja en autoestima.
No siempre se produce una ruptura tras la infidelidad. Algunas parejas consiguen superarlo a un alto costo. Otras rompen la relación porque no están dispuestas a permanecer en la relación donde se ha perdido lo fundamental, la confianza, y con ello prevalece el temor a que se repita esa experiencia.
La confianza básica es la clave. La certeza de estar con alguien confiable es muy importante y fundamental para establecer cualquier vínculo interpersonal saludable. Las personas involucradas en una relación de pareja cerrada van a necesitar ciertos criterios básicos:
1 Estarás allí cuando te necesite.
2 Me protegerás cuando sea necesario hacerlo.
3 Serás sincero en lo fundamental.
4 Nunca y bajo ninguna circunstancia me harás daño intencionalmente.
Un compromiso de lealtad afectiva gira alrededor de estos elementos, los cuales suelen ser tácitos, no negociables y no discutibles.
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