Los niños y los problemas para comer: conoce la historia de Mía

Por: Dr. José D. Santiago

Mía es una niña hermosa, hija de José y María Cristina. José es un joven empresario profesional y María Cristina es abogada. La llegada de Mía a sus vidas fue de gran ilusión, pues recibieron a la criatura con los mejores deseos y el amor de una pareja joven. Mía, su primera bebé, su primera ilusión…

La niña nació luego de 40 semanas de gestación, fue dada de alta con instrucciones iniciales de dar la fórmula con proteína de leche de vaca. Tomaba de 1 1⁄2 onzas a 2 onzas cada dos horas. Los primeros días todo estaba bien, sin embargo Mía presentaba dolor después de las 3:00 p.m.. Este malestar duraba más de una hora y fue aumentando la frecuencia del dolor hasta que ocurría tres veces al día. La abuela recomendó teses de anís y de hoja, y el cuadro fue empeorando. María Cristina quien no había considerado la lactancia se preguntaba si debía intentarla. Mía fue evaluada por varios médicos los cuales le cambiaron la fórmula en seis ocasiones. Durante este proceso era evidente el desarrollo de una erupción en la piel y varias evacuaciones con sangre, lo que alarmó a sus papás y los llevó a consultar a un gastroenterólogo pediátrico. Se había presentado también algunos buches ocasionales y su ganancia de peso a los dos meses se había detenido por dos semanas. Finalmente, luego de la visita al gastroenterólogo se le diagnosticó Colitis Alérgica. El gastroenterólogo le explicó que las posibilidades de alergias en infantes son de 3 a 5%; entonces se decidió probar con fórmulas de aminoácidos simples e hipoalergénicas. El cambio fue radical y la mejoría inmediata. Mía había progresado en sus defecaciones, no había sangrado y los cólicos habían mejorado. Ya tenía 3 meses de edad y había ganado peso y estatura.

Durante este proceso, cerca de los 6 meses, tenía que ser cuidada por su abuela. La fórmula resultaba extremadamente cara y la abuela comenta que todos sus hijos habían sido criados con leche de vaca, que deberían tratarlo. Sin pensarlo, la abuela le dio un bibi de leche de vaca convencida de que sería de gran beneficio.

Inmediatamente después de dar la toma se observó que a la infante de seis meses se le enrojecieron la boca, los ojos, las extremidades y el pecho.

Posteriormente, vomitó la leche de manera proyectil. Recurrieron al pediatra y este le diagnosticó una reacción alérgica a la leche de vaca. De inmediato se procedió a hacer el cambio a la fórmula hipoalergénica y regresar a la rutina.

Ya a los 6 meses se integran cereales, vegetales, postres y, a los 8 meses, carnes. Se recomendó alimentarla con cuchara, pero no lo hacían ya que era más fácil dárselo en la botella. Lamentablemente no había sido posible dar el alimento con cuchara y a los 10 meses fueron al especialista. Había algo raro, la niña seguía vomitando, en los últimos 3 meses había tenido dos cuadros respiratorios y una infección de oído. El pediatra preguntó si había algún cambio. Le comentan que la abuela le había dado el cereal preparado con leche de vaca, pues insistía que esto de la alergia era un invento médico. Se les recomendó que descontinuaran la leche de vaca y promovieran el uso de cucharas suaves para proveerle alimentos a la niña en donde pudiera comer sentada sin botella. Esto fue más difícil.

Finalmente, Mía cumple un año y por recomendación del gastroenterólogo fue llevada a un alergista, quien encontró evidencia de alergias múltiples a la proteína de leche de vaca y derivados, también a la soya y al cereal de arroz. Su capacidad alimentaria estaba limitada a botellas y demostraba poco interés en los sólidos. Luego de varios estudios se determinó que no había defectos anatómicos, pero se había encontrado una condición llamada desorden orosensorial y posible disfagia (inabilidad de tragar y atragantamiento alimentos), presentando un nuevo reto para sus padres.

Analizando esta situación es importante entender que hay múltiples agentes que pueden causar problemas en el proceso de alimentación en los niños. La naturaleza todo lo ha hecho en balance. No hay duda que la lactancia materna es muy importante sobre todo en el primer año de vida. En los primeros días el lactar al neonato toma tiempo y paciencia y es clave ya que en estas edades tempranas se pueden identificar si hay evidencia de problemas con el recién nacido. El reflejo de chupado es ya parte del sistema primitivo. Problemas orofáringeos como paladar hendido, labio leporino o trastornos congénitos nasales, tales como atreso de coanas en la nariz o mandíbula pequeña, pueden ser parte de un conjunto de características o síndromes que afectan la alimentación de un recién nacido. En condiciones normales la leche materna proveerá protección inmunológica a este recién nacido. En aquellos niños que muestran alergias el proveer la leche materna conlleva que la madre debe

seguir una dieta libre de leche de vaca y sus derivados. Otras posibilidades son soya, nueces y mariscos para garantizar y evitar reacciones alérgicas y la prolongación alimenticia efectiva de la lactancia en el recién nacido.

Si el bebé presenta buches frecuentes, más de 2 al día con síntomas de dolor, irritabilidad, problemas respiratorios, tenemos que analizar la técnica de alimentación. La misma en un niño se enfoca en alimentaciones reguladas, con horario y frecuencia específica. Esto es de gran ayuda en los casos de posible reflujo gastroesofágico. La elevación de 30 grados en la cuna ayuda al efecto de gravedad y en otras cosas como usar un espesor, inclusive en la leche materna puede ser solución al problema. Si se desea dar fórmula debe ser la adecuada para un bebé. En el caso de Mía era evidente la alergia a la leche de vaca, así que la alternativa era leche hipoalergénica o de aminoácidos simples. En algunos casos se usan medicamentos tales como los H2Blockers o PPI’s para mejorar la acidez estomacal causada por los jugos gástricos y aminorar el daño al esófago del infante. Este es el clásico tratamiento de reflujo.

La Academia de Pediatría recomienda la introducción de sólidos en este orden: primero los cereales, a partir de los 4 a 6 meses; se pueden dar una a dos onzas con cautela usando cucharitas suaves y procediendo a introducir vegetales y frutas dos veces al día. El uso de jugo es en conjunto a los alimentos sólido es parte del diseño nutricional. Esta introducción se hace de un sabor al día por 3 días consecutivos. En aquellos casos donde haya evidencia de alergias se debe esperar hasta el año para determinar a qué realmente es alérgico. Los niños con reflujo que no tengan relación con las alergias usualmente mejoran a los 6 meses. El reflujo tratado y que no mejora en 90 días se debe pensar en alergia como el diagnóstico principal.

Culturalmente en nuestra sociedad se tiende al ver al niño gordo como el saludable. Vemos a muchos niños caminando con botellas de leche, agua o jugo desde los 6 meses hasta los 2 o 3 años. Todavía hay niños mayores a los cuales se les da la botella como un premio y en otros casos si no come entonces le dan la botella de leche. ¡Esto es algo cultural, pero equivocado!

El sentarse a la mesa a comer desde temprana edad es sumamente importante. El infante de 6 meses o más se puede ubicar en una silla reclinada o silla de bebé para que participe con el resto de la familia durante la comida. El dejar que tome iniciativa con sus manos y que coja la cuchara siempre bajo supervisión le ayudará en su proceso de aprender a comer.

Se ha encontrado que el niño melindroso puede ser hereditario. Más de un 78% están relacionados a un problema similar de alimentación del padre o la madre.

Volviendo al caso de Mía la exposición a alérgenos en edad temprana la hace más suceptible inmunológicamente y a infecciones. Las alergias pueden producir muerte. No se debe precipitar ningún alimento que resulte nocivo al infante sin antes consultar con su médico.

El proceso inadecuado de pasar por las etapas de desarrollo alimentario nos produce pre-escolares con problemas de alimentación que tomarán varios años en resolver.

Si el niño es tratado con fórmulas extensamente hipoalergénicas o lactancia y se sospecha que sus síntomas son por alergias debe evaluarse adecuadamente antes de hacer un cambio. Existe una condición cada vez más frecuente en mi oficina que es la esofagitis eosinofílica. Se trata de niños con alergias a alimentos, manifestadas como reflujo gastroesofágico, múltiples cambios de fórmulas nasales, asma y dermatitis atópica. Esta es difícil y retante para manejar y puede afectar el proceso de alimentación causando disfagia. Estos casos terminan con endoscopia para corroborar el diagnóstico y proceder con el manejo.

Finalmente, los niños con problemas de alimentación, ya sea por trastornos orosensoriales, sicológicos o por otras causas, deben ser evaluados por su médico, gastroenterólogo, terapista del habla y ocupacional para una pronta recuperación. Mía eventualmente fue diagnosticada con esofagitis eosinofilica, su dieta ha sido restringida después de pruebas de piel y parchos. La terapista ocupacional y el nutricionista son parte de su manejo. Abuela ahora entiende lo complejo del problema.

Recuerden siempre seguir las normales de la naturaleza, debemos regresar a lo básico: a lactar y a sentarnos a comer en familia.

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