La Diabetes Mellitus es un problema de salud de mucha importancia para las autoridades a cargo del cuidado médico en el mundo entero. En Puerto Rico la prevalencia es más del doble que en Estados Unidos y se estima que hay aproximadamente más de 300 millones de pacientes afectados en el mundo. Es la tercera causa de muerte, principalmente por complicaciones cardiovasculares. El enfoque multidisciplinario, enfocando el control glucémico y el manejo agresivo de factores de riesgo cardiovasculares son de suma importancia. En dicho enfoque el paciente tiene que estar colocado en el centro, tomando un rol activo en las decisiones sobre su bienestar y tratamiento; lo cual implica cooperar y llevar a cabo los consejos médicos en cuanto a dieta y ejercicios.
La presencia de hipertensión en el paciente diabético es un signo de mal augurio para el que la padece. Ante este cuadro, se acelera la arteriosclerosis; las complicaciones renales y las complicaciones visuales. El resultado es que se ven con más frecuencia casos de apoplejía(conocido como derrames), ceguera; fallo renal y muerte cardiovascular.
La presión sanguínea debe ser medida en cada visita que haga a su médico. En el caso de que un paciente tenga en una primera ocasión, una presión sistólica sobre 130 mm Hg; o diastólica sobre 80 mm Hg, debe volver a confirmarse en una visita subsiguiente cercana. Siempre el paciente debe ser orientado en cuanto al beneficio de dietas ricas en vegetales y bajas en sal para prevenir que se progrese al estado de hipertensión arterial. Cuando se confirma que la presión sanguínea esta sobre los límites (140 sistólica; 90 diastólica) ya se hace el diagnóstico de hipertensión arterial y se comienza tratamiento de inmediato; además de continuar dieta bajo sal y ejercicio.
La meta que tenemos para la presión sistólica es 140 mm Hg o menos, para la mayoría de los casos.
No se pretende que el paciente tenga presiones muy bajas que le causen mareos, o caídas. Siempre tiene que haber un balance y llegar a metas de tratamiento que sean seguras y tolerables.
Cada individuo es diferente y siempre tenemos que individualizar. La gran mayoría va a necesitar terapias combinadas (más de un medicamento) para controlar la presión al nivel deseado.
Mantener un peso ideal es fundamental. Hay que bajar el consumo de calorías en el paciente obeso o sobrepeso. Las cantidades de sal en la dieta deben ser restringidas. El consumo de alcohol debe ser moderado. Fumar está absolutamente prohibido. Si el paciente fuma tiene que comenzar programas efectivos para eliminar la adicción a la nicotina. La actividad física debe mejorar hasta llegar a una meta de caminar, 30 minutos diarios por cinco veces a la semana (por ejemplo)
No deje de tomar sus medicamentos bajo ningún concepto.
La educación es de particular importancia. El paciente tiene que ser considerado como parte del equipo de trabajo del médico. Debe estar en el centro de ese equipo. Un paciente que entiende su condición se convierte en un aliado comprometido con alcanzar las metas establecidas para su tratamiento.