Comer para vivir…

Por  María Elena Reyes Solis, MD

Algunos viven para comer y otros para vivir. Cuando comienzas un plan de pérdida de peso o simplemente deseas mantener tu peso, te resignas a que vas a comer pollo y lechuga, lo visualizas y hasta de pensarlo te da pena contigo por lo aburrido que puede ser. Pero parte del proceso es entender que puedes convertir tu plan en uno divertido, rico y variado. De hecho, debes variar tus alternativas para que cada toma de alimento sea un reto para tu sistema y aceleres tu metabolismo. La necesidad es amiga de la invención, y tu salud requiere que hagas ajustes. Así que a ponernos creativos y disfrutemos el proceso con estas ideas que te vamos a brindar.

Si tu fruta es un reto comerla, puedes convertirla en un limber o paleta helada combinándola con agua y añadiendo tu endulzador bajo en calorías. Esta opción nos alarga el tiempo de consumo, refresca y hasta nos calma la ansiedad.

En el caso de las manzanas o las peras, puedes picarlas en trozos y hervirlas con una mezcla de canela y Stevia y disfrutarlas como un postre caliente. Tendrás el sabor dulce con bajo contenido calórico y la canela regula la secreción de insulina.

Los vegetales y las frutas escógelos frescos, deja las latas para los huracanes, apoya los agricultores locales y asiste a las ferias donde se venden estos productos. En su gran mayoría, los productos enlatados contienen químicos nocivos para su salud.

Reduce la porción de los jugos o mejor aún, consume la fruta fresca.

Maneje las porciones y evite salsas, guisos, frituras.

Conozca su cuerpo y defina de 2 a 4 comidas al día dependiendo de su sistema (esto bajo supervisión médica), y así activa su metabolismo y le ayuda a perder peso, también integre ayunos intermitentes para mejorar la utilización de los nutrientes.

Comemos por lo que vemos, así que decora tu plato, usa un plato y un cubierto pequeño para darte la impresión de que estás comiendo mucho.

Al comer suelta tu tenedor, así disfrutarás cada bocado y te llenaras con menos cantidad.

Toma un vaso de agua alkalina antes de cada merienda y comida, esto logrará que cumplas con tu cantidad de agua diaria y cambiarás el ambiente ácido de tu estómago, facilitando tu digestión y ayudando a sentirte saciado.

No comas viendo televisión, esto te distrae y puedes comer en exceso.

Un proceso de cambio no siempre es sencillo y necesitas supervisión médica, una evaluación completa de las posibles causas fisiológicas y recibir herramientas que nos ayuden a cambiar nuestra mentalidad, ya que tu mente es tu mejor herramienta a la hora de perder peso. Debes visualizarte en tu peso ideal, trazarte una meta, estrategia y sobre todo: actuar. Si no dedicas tiempo a tu salud, te tocará sacar tiempo para la enfermedad.

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